Fue una tarde-noche amena y entrañable, de reencuentros y conversaciones, risas y buen ambiente.
¡GRACIAS!
¡Y me traje un libro precioso, La sonrisa etrusca, dedicado por el buenazo de Edu, que lo aportó al intercambio!
Carlos López se tomó al pie de la letra lo que se si se perdía otra vez lo borraba, y una hora antes ya estaba montando guardia.
Poco a poco nos fuimos congregando en torno al "banderín de enganche"
Algunos se dejaban querer...
¡Hasta el año que viene!
Bueno, a muchos espero veros en esa antología que vamos a empezar ya mismo.